El enemigo invisible de la
humanidad, el coronavirus 19, ha puesto en jaque a todos los Estados, cuyos
gobiernos han adoptado diversas decisiones oportunas y tardías en diversos
sectores para proteger a la población que en otro momento evaluaremos. Nos
referiremos hoy concretamente al sistema de telecomunicaciones y el rol de la
prensa. Una ventaja del siglo XXI comparado a siglos atrás, es que hoy el mundo
en los cinco continentes esta interconectado en cuestión de segundos en el
sistema de telecomunicaciones públicos y privados, especialmente en zonas
urbanas. Eso no sucedió antaño, cuando las pestes y las pandemias arrasaban poblaciones
y los Estados no estaban interconectados y lo más grave. No existían buenos
sistemas sanitarios de salud y tampoco la cantidad suficiente de médicos ni científicos
para investigar a los virus, ni laboratorios para producir medicamentos ni vacunas.
En esta cuarentena obligatoria, todos
los días y a cualquier hora, en radio, televisión, redes sociales e internet,
el mundo se informa al instante lo que sucede en su ciudad y en el entorno
global. La moderna tecnología de hoy, nos permite llamar por celulares,
contactarnos por correos electrónicos, por Watsap, comunicándonos con nuestros
familiares y amigos aunque estén en otras ciudades o países. Si a eso
agregamos, los medios de transporte masivo como los aviones, trenes, barcos y
buses, es obvio que las comunicaciones hoy son más rápidas. Pero esa ventaja,
se ha convertido en desventaja, ya que cientos y miles de pasajeros viajaban
portando el mortal virus de un país a otro y de un continente a otro, sin saber
que lo portaban, mostrándonos que somos muy frágiles ante las pandemias por
falta de un adecuado control sanitario en los medios masivos de transporte, lo
que obliga a adoptar decisiones legales a futuro.
En las redes sociales, con pocas
excepciones, la mayoría de ciudadanos e incluso instituciones públicas y
privadas, no tienen un manejo responsable de las informaciones que difunden en
tiempos de crisis como la presente, lo que debería obligar a que la ONU a
futuro tome medidas legales, ya que hay excesivo libertinaje en las redes
sociales y el internet, sin que se llegue a la prohibición total al cual
tenemos derecho como ciudadanos. El derecho que tenemos como personas a
comunicarnos, no puede convertirse en abuso del derecho, cuando en forma
irresponsable algunos ciudadanos publican y difunden informaciones alarmantes y
comentarios sin ninguna fuente informativa de credibilidad. Sin
telecomunicaciones modernas, no estaríamos informados sobre el número de
infectados ni muertos en nuestro país o el mundo y no podríamos escuchar a los
gobernantes del mundo y las decisiones que adoptan. Mucho menos, a los
especialistas dando consejos a los ciudadanos para protegernos contra esta
pandemia y tampoco a los científicos que investigan como obtener medicamentos o
vacunas contra el enemigo invisible de la humanidad.
Incluso en algunos medios de comunicación,
están llegando a la infoxicación que no es más que la saturación informativa,
donde hay un bombardeo permanente y diario de noticias del coronavirus que podría
provocar en algunos ciudadanos, depresión, temor y ansiedad que son
enfermedades de salud pública que el Estado debe prevenir. La solución no es
prohibir ni restringir la circulación y difusión de información sobre la corona
virus, sino un manejo responsable y diligente por parte de los medios de comunicación,
donde no todos son profesionales de la comunicación ni de prensa. El presidente
Vizcarra en la última semana, todos los días al mediodía dio conferencias de
prensa para informar al país sobre las decisiones que tomaba y el número de
enfermos por el coronavirus. El Jefe de Estado debe ejercer el liderazgo
nacional ante esta pandemia mundial, pero no puede estar todos los días ante la
prensa. Debería delegar en el primer ministro o diversos ministros la información
que quieren comunicar a la opinión pública, ya que si el presidente sigue
anunciando decisiones de Estado y fracasa en sus intentos de controlar esta
pandemia, ¿A quién en última instancia recurriremos los peruanos?
Si algo positivo trae esta
pandemia mundial, es que obligará a todos los gobiernos del mundo incluido el
nuestro, a priorizar en sus presupuestos públicos, mayor financiamiento a la
salud pública que hoy es muy precario ya que el corona virus ha desnudado nuestras
falencias sanitarias. Dos detalles finales. Casi todos los Estados del mundo,
han declarado estado de emergencia, estado de catástrofe y estado de calamidad
para enfrentar a la pandemia mundial. En nuestro país solo cuando hay procesos
electorales y por mandato legal y con presupuesto público, se obliga los
partidos políticos en competencia, a utilizar franjas electorales para
comunicar a los ciudadanos sus propuestas políticas. No hay una ley que en
casos de emergencia sanitaria que hoy afrontamos, obligue a los medios de comunicación
a ceder algunas horas de su programación para que el Estado haga uso de ellas
para comunicar sus decisiones o los especialistas profesionales den consejería a
la población para evitar el pánico o histeria. En esta lucha contra el
coronavirus, si hubiera una franja sanitaria, me hubiera gustado escuchar a psicólogos,
médicos, nutricionistas, científicos, periodistas, abogados, enfermeras,
economistas e investigadores, dar consejería profesional a los ciudadanos.
El nuevo Congreso debería aprobar
una ley y los medios de comunicación no podrían oponerse a esta iniciativa, ya
que por mandato del artículo 14 de la Constitución, los medios deben colaborar
con el Estado en la educación, en la formación moral y cultural de la nación. Pero,
urge asimismo, tener una interconectividad nacional, lo que significa expansión
y cobertura nacional del sistema de telecomunicaciones en los 1,874 distritos
de todo el país, lo que hoy no sucede, ya que los distritos urbanos son los
privilegiados y los distritos rurales son los excluidos y postergados. Ante
emergencias sanitarias como las que hoy tenemos, no tenemos sistema de alertas
de emergencia nacional adecuados ni implementados con moderna tecnología como
lo tienen otros Estados.
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