El 15 de mayo del
2011, miles de españoles salieron a las calles y plazas públicas para protestar
contra la corrupción política, la crisis económica y la injusticia social,
quienes acamparon en la plaza principal de Madrid, situación que se reprodujo
en los siguientes días en otras ciudades de ese país. Los indignados agitaron
en las calles las consignas, “no somos mercancía en manos de políticos y
banqueros”, “democraticemos la economía” y “abajo la partidocracia”. Se referían
obviamente a los dos partidos tradicionales que han gobernado España desde 1982
alternándose en el poder, como son el Partido Popular (derecha) y el Partido
Socialista Obrero Español (centro
izquierda). Y es que desde 1990 hubo múltiples casos de corrupción que
involucraron a políticos de esos partidos tradicionales y se impuso una severa
austeridad fiscal promovida por la Eurozona lo que se tradujo en la reducción de
las conquistas sociales y laborales. Ese movimiento de los indignados se denominó
el M-15 y fue una gesta cívica histórica que concitó la atención de la prensa
mundial. De ese descontento social, nació el año 2014 el partido político
izquierdista, Podemos, encabezado por el catedrático de la Universidad Complutense
Pablo Iglesias de 35 años, quien enarbolo el malestar de los españoles. A los
pocos meses de fundado, Podemos se presentó a las elecciones al parlamento
europeo y logró sacar cinco eurodiputados con el apoyo de más de un millón de
votos españoles.
Ese resultado causo
la preocupación de los partidos tradicionales españoles que jamás imaginaron
que un partido con menos de un año de creación, logre cinco escaños en el
parlamento europeo. En las elecciones políticas generales de diciembre del
2015, el partido Podemos se presentó a la competencia electoral desafiando al
Partido Popular y Partido Socialista Obrero Español con una propuesta programática
diferente a los partidos tradicionales, especialmente en el programa económico.
Entre sus principales propuestas económicas se encontraban las siguientes: a) crear
bancos estatales para competir con la banca privada, b) incrementar
progresivamente las pensiones a los jubilados, c) aumentar el salario mínimo a
los trabajadores, d) reducir la edad de jubilación a los 60 años, e) renegociación
de la abultada deuda externa, f) reforma fiscal progresiva para que paguen más
impuestos los que más patrimonio tienen, g) leyes más severas contra la corrupción,
y, h) referéndum para que el pueblo decida en las ánforas si una región quería ser
autónoma e independiente. Obviamente que estas propuestas programáticas y económicas
fueron calificadas como extremistas e irresponsables por los dos partidos
tradicionales de España. El líder de Podemos, Pablo Iglesias, colocó el
adjetivo de “casta política y económica” a todos los políticos tradicionales y
empresariales en todos los debates lo que marco la diferencia con otros candidatos. El pueblo español se
pronunció en las ánforas el 20 de diciembre del 2015 y rompió con el bipartidismo del PP y PSOE con
los siguientes resultados. De 350 diputados, el Partido Popular obtuvo el 28%
de votos colocando 123 diputados, el Partido Socialista Obrero Español obtuvo
el 22% de votos logrando 90 diputados y Podemos obtuvo el 20% de votos obteniendo
69 diputados.
En España es el
parlamento quien nombra al primer ministro o jefe de gobierno. Para elegir al
jefe de gobierno se necesita de 176 votos, es decir mayoría absoluta lo que no
logro ninguno de los partidos españoles. Hoy el PSOE está desesperado porque
pretende tener de aliado para ser gobierno al partido Podemos, pero su líder Pablo
Iglesias señala que ellos no aceptaran la propuesta del PSOE sino respetan las
propuestas económicas del partido izquierdista. Es incierto aún quien será el
futuro jefe de gobierno de España. Trasladando ese ejemplo a las elecciones
2016 en el Perú, podríamos sacar algunas similitudes, pero también algunas
diferencias. 1.- La última encuesta de CPI revela que los peruanos estamos
cansados de los partidos tradicionales como son el partido aprista y el partido
popular cristiano. Su candidato presidencial Alan García es el que más anti
voto tiene del electorado peruano con el 81% a nivel nacional y la intención de
voto apenas llega al 6%, siendo un milagro si pasa la valla electoral. 2.- El
90% de partidos son devotos fieles del neoliberalismo económico ya que no hacen
ninguna propuesta económica que contradiga los principios del libre mercado
para marcar la diferencia en esta campaña electoral, a excepción de Verónica
Mendoza y Vladimir Cerrón. 3.- Hay una ausencia de debate programático e ideológico,
especialmente en la televisión abierta. La competencia se centra todas las
semanas en conocer quien esta primero o segundo en las encuestas. Ninguna de
las encuestadoras ha efectuado una encuesta para que los peruanos conozcamos cual
de los grupos políticos tiene la mejor propuesta programática y solo centran su
atención en los nombres de los candidatos lo que deviene en un mercantilismo
electoral. 4.- No me extraña la ubicación de Julio Guzmán como segundo en las
encuestas, ya que el pueblo está cansado de los eternos candidatos de la
partidocracia y el electorado quiere un rostro nuevo. Sin embargo, el rostro
nuevo no es suficiente para ganar una elección. Guzmán es otro devoto del
neoliberalismo ya que su plan de gobierno no tiene diferencia programática ni ideológica
sustancial con Keiko Fujimori, Kuchinsky, Acuña, García, Nano García, ni
Toledo. Mientras los españoles han despertado, aquí los peruanos seguimos
dormiendo.
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