Un principio de la democracia
moderna es la “rendición de cuentas” que los norteamericanos y europeos
denominan “accountability”, que es la obligación de los altos funcionarios de
estado de informar sobre su gestión pública, pero también de responder oportunamente de sus acciones u
omisiones en el ejercicio de su cargo y de los hechos que sean responsables
directos o indirectos de un tema en particular y con mayor razón si se causó perjuicio a los
intereses públicos. En nuestra Constitución Política en el artículo 132, se señala
con claridad que “el Congreso Nacional hace efectiva la responsabilidad política
del Consejo de Ministros o de los
ministros por separado, mediante el voto de
censura o el rechazo de la cuestión de confianza”. ¿Qué debemos entender
por responsabilidad política? Luis María Diez Picazo, afirma que la
responsabilidad política consiste “cuando un órgano del estado (parlamento)
reprueba el modo que otro órgano del estado (poder ejecutivo-ministro de estado)
ejerce sus funciones y puede provocar su cese mediante la censura política que
es el instrumento constitucional que se utiliza para hacer efectiva la
responsabilidad política de los ministros de estado y que surgió en Inglaterra
en el siglo XVIII”.
El italiano Doménico Fisichela, sostiene
que “hay responsabilidad política cuando todo actor político (ministro de
estado) es responsable de todo lo que ocurre en su área de poder directo,
aunque no haya intervenido directamente en ello, por lo que la ejecución de una
responsabilidad en caso de presentarse una irregularidad o delito, debe asumirse
con una renuncia al cargo, es decir el alto funcionario tiene que asumir su “responsabilidad
política” ante el estado y la sociedad y dejar el cargo si es que no desea que
el Congreso lo interpele o censure o la opinión publica lo repudie por no
controlar con diligencia a los funcionarios que dependían de él”. En la historia republicana del Perú, la mayoría
de políticos, no han tenido decoro, dignidad ni ética pública para asumir sus
responsabilidades políticas y no
renunciaron oportunamente, porque no tenían
sangre en la cara, salvo pocas excepciones. Pero en el exterior, si hay algunos
políticos que tienen dignidad y ética
pública. El año 2,000 el Presidente de Argentina, Fernando de la Rua, renunció
a su cargo porque surgió un estallido social ya que quiso poner orden en la economía
quebrada que dejo el ex presidente Menen. Pero un estallido social de protestas
del pueblo gaucho en las calles dejo un saldo de 25 muertos. De la Rua se
responsabilizó políticamente de sus actos y renuncio irrevocablemente al cargo
de Jefe de Estado a pocos meses de su gestión.
El 23 de junio del 2016 el Primer
Ministro Británico, David Cameron, renunció públicamente a su cargo luego que su
posición de mantenerse en la Unión Europea fuera derrotada en mayoría por el
pueblo inglés al perder el referéndum por estrecho margen de votos. Cameron en
una larga carta a sus compatriotas, señaló que respetaba escrupulosamente la votación
del pueblo que votó mayoritariamente por salirse de la Unión Europea, por lo que consecuente con su ética y moral pública,
asumía su responsabilidad política y dejaba el cargo. En noviembre del 2016, El
Primer Ministro italiano, Mateo Renzi, renunció a su cargo luego que fuera
derrotado en un referéndum dias atrás cuando el pueblo rechazo la propuesta que
impulsaba el gobernante italiano de reformar algunos artículos de la Constitución
de ese país. Renzi afirmó a la prensa que no podía permanecer en su cargo ni un
día más por decoro y dignidad personal, porque pese a no haber cometido ninguna
irregularidad y acto ilícito en su mandato, renunciaba como Primer Ministro
porque por encima de la personas, estaba la voluntad del pueblo y la
gobernabilidad de los estados.
¿Hemos tenido en el Perú alguna
renuncia por responsabilidad política? No soy historiador, pero mi memoria periodística
desde la década del ochenta hasta la fecha, me recuerda un solo caso ejemplar
que no se ha vuelto a repetir. La renuncia del Ministro del Interior, del Dr. José María de la Jara Ureta el año
1981 en el segundo gobierno de Belaunde. De la Jara, renunció porque la policía
nacional al disolver una protesta social en la plaza de armas de Cuzco, disparó
contra los manifestantes y resultó muerto el estudiante José Ayerbe Flores. De
la Jara en una carta dirigida al Presidente Belaunde, señaló que él asumía la responsabilidad
política de su ministerio y pese a que no dio la orden de disparar a los policías
que repelieron a la multitud, no podía echarle la culpa al director superior de
la policía nacional ni al jefe del operativo policial por el estudiante fallecido,
porque él era el responsable político de su sector y renunciaba irrevocablemente
a su cargo asumiendo toda la responsabilidad de sus subordinados. Cuanto decoro,
dignidad, decencia, honor, pudor, honra, autoestima, amor propio, grandeza,
nobleza, demostró con esa renuncia a su cargo el periodista y ministro De la
Jara en la década del ochenta. La mayoría de políticos y gobernantes del Perú, tienen
la piel de cocodrilo y no conocen el verbo renunciar y mucho menos la palabra
responsabilidad política. Una vergüenza que el Ministro de Educación no haya
renunciado al cargo asumiendo su responsabilidad política comportándose como un
político tradicional.
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