No tengo duda que el Contralor
debe ser la reserva moral del Estado frente a la corrupción y los actos ilícitos
de quienes transgreden el ordenamiento jurídico del país desde el sector público
o privado. Pero, creo también que la institucionalidad de la Contraloría, debe mantenerse
y defenderse porque esta entidad pública es de acuerdo al artículo 82 de la
Constitución, el órgano superior del sistema nacional de control que supervisa
la legalidad de la ejecución de los presupuestos del estado, de la deuda pública
y de todos los actos de las instituciones públicas sujetas a control. El
Contralor Alarcón es indefendible y deberá defenderse de todas las acusaciones
en su contra en todas las instancias, debiendo respetarse su derecho a la
defensa y el debido proceso. Sin
embargo, estoy totalmente sorprendido por la cacería mediática de los voceros
del gobierno nacional de PPK, pero también de la prensa concentrada que en los
últimos dias le han hecho un bullying mediático al Contralor, salvo honrosas
excepciones.
Hace dos años en una conferencia
de prensa en Arequipa donde asistí, le pregunte al entonces Contralor Koury lo
siguiente: Dr. Koury. Ud. Constantemente visita las provincias para dar a
conocer a la prensa los resultados de las acciones de control a las
municipalidades pequeñas, gobiernos regionales, universidades públicas y
organismos descentralizados públicos, pero ¿Cuándo nos informa usted del
control que ustedes deben hacer a los ministerios del poder ejecutivo, al poder
legislativo, al poder judicial, a los organismos constitucionales autónomos del
estado donde se efectúan contratos millonarios? ¿Cuándo usted hará control riguroso
a los tiburones del estado y no siempre a los pejerreyes? ¿Cuándo la Contraloría
se va empoderar ante la ciudadanía fiscalizando a los más poderosos y no
simplemente a las pequeñas instituciones del estado? Koury respondió que tenían
un plan anual de trabajo y que habían previsto fiscalizar también a los
poderosos y salió por la tangente. ¿Alguien recuerda que en la gestión del ex
contralor se denunció algún ministro de estado o algún tiburón de la política limeña?
Mi percepción hoy es que el
Contralor dio ese paso. Es decir, enfrentarse a los tiburones del estado y fiscalizar
la legalidad del leonino contrato del aeropuerto de Chinchero y esa oprobiosa
adenda que es una traición a la patria donde quería obligarse a que el gobierno asuma el 80% de inversión,
mientras que el privado solo iba a poner el 20% e iba tener una concesión de 40
años. Ese es el “pecado” de Alarcón. Haberse enfrentado al poder político y económico
y sus intereses usureros. Este caso también pone en evidencia ante el país, lo
que casi siempre pasa desapercibido a la opinión pública. El interés público y
el interés privado. Es legítimo y legal que el privado que invierte y arriesga sus
capitales, tenga derecho a obtener ganancias y rentabilidad, pero sujeto
siempre al marco regulatorio que regula una actividad económica y las
utilidades razonables que espera alcanzar que no pueden ni deben ser leoninas
ni usureras. Esto por la sencilla razón, que vivimos en un Estado
Constitucional donde debe primar la economía social de mercado según el artículo
58 de la Constitución, de modo que no puede concebirse que los empresarios
crean que el Estado no pueda fijar reglas ni sirva para nada.
Pero, lo más sorprendente es que
quien debió defender el interés público de todos los peruanos, es decir el
gobierno nacional, con este oprobioso contrato y adenda, hizo todo lo
contrario. Priorizó los intereses privados antes que los intereses públicos al
pretender asumir la mayor inversión, cuando las asociaciones público-privadas y
sus financiamientos deben ser asumidos mayoritariamente por el sector privado.
Para evitar la vergüenza pública de la censura política en el parlamento
nacional, tuvo que renunciar el ministro de transportes, aduciendo que el
gobierno había resuelto dejar sin efecto el contrato con la empresa privada
para la construcción del aeropuerto de Chinchero. La percepción mayoritaria de
la opinión pública es que los gobiernos no cautelan los intereses públicos y por esa razón, pierden legitimidad y
respaldo popular en las encuestas, generando frustración y desengaño no solo en
la democracia, sino también en los electores que votaron por ellos.
Otra vergüenza es el
comportamiento de cierto sector de la prensa limeña concentrada, salvo honrosas
excepciones. Ellos quieren un contralor a su medida. Que no cuestione, que no
fiscalice, que no obstruya, que no ejerza su rol y que no entorpezca “las
inversiones en nombre del sacrosanto mercado”. Los ataques al Contralor parecen
una venganza de parte de los lobistas del poder económico que se visten de “analistas
y consultores independientes”. Si como parece ser, caerá en los próximos dias
el Contralor, eso no hará resucitar al cuestionado contrato ni la adenda abusiva
a favor de la empresa privada, porque la percepción de la mayoría de peruanos
es que no tenemos un gobierno que defienda los intereses públicos. Salvo mejor
parecer.
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