LA REFORMA
INTEGRAL DEL ESTADO PERUANO
Mediante resolución suprema
suscrita por el presidente Martín Vizcarra, el gobierno nombró una comisión de
reforma del sistema de justicia como respuesta a los presuntos actos de corrupción
de magistrados judiciales y consejeros de la magistratura que habrían utilizado
sus cargos para favores personales y negociados que desprestigia al sistema
judicial. La comisión la integran siete juristas y académicos limeños que, en
doce días, deberán presentar propuestas de reforma urgente para una justicia
eficaz, transparente e incorruptible, que será anunciado el 28 de julio en el
Congreso en el tradicional mensaje a la nación del presidente Vizcarra. Una
primera crítica es que, en dicha comisión, no hay ningún representante del
interior del país ya que todos son abogados capitalinos que tienen sus
intereses, lo que evidencia que Vizcarra sigue manejando el país en forma
centralista, pese a provenir de una región de la macro sur.
Esta exclusión es un maltrato
innecesario a los provincianos porque se les margina de poder aportar propuestas
en un tema de Estado, como es el sistema judicial ya que es un problema de
todos los peruanos y no solo de los limeños. Una segunda critica es que
Vizcarra sigue actuando como bombero para apagar el incendio como lo hicieron
los anteriores presidentes. El inquilino de palacio de gobierno no tiene visión
de estado para encarar temas de interés nacional a mediano y largo plazo, sino
parece un gobernante más que pretende solucionar un problema a corto plazo. No
solo el poder judicial está en crisis de legitimidad y credibilidad, sino también
el poder legislativo y el poder ejecutivo. Pero también, algunos organismos
constitucionales autónomos, incluidos los gobiernos descentralizados. Según la
encuestadora Ipsos Apoyo a mayo 2018, el 47% de peruanos desaprobaba la gestión
del presidente del poder ejecutivo, Martín Vizcarra, mientras que solo el 39%
lo aprobaba.
El poder legislativo era
desaprobado por el 72% de peruanos y solo un 19% aprobaba la gestión del
parlamento nacional, en tanto que el poder judicial era desaprobado por el 64%
de peruanos y solo el 25% de compatriotas aprobaba la gestión judicial. Es
decir, es la actual estructura estatal la que está en crisis permanente y no
solo el poder judicial. Era la oportunidad histórica ad portas del bicentenario
de la república, para que el mandatario nacional conforme una comisión nacional
de alto nivel que no solo encare la problemática judicial, sino la problemática
de todo el Estado peruano en su integridad. Vizcarra convocó a un Consejo de
Estado a palacio de gobierno a los titulares de los poderes clásicos y algunos
organismos constitucionales autónomos que fue una simple reunión de cúpulas de instituciones
cuestionadas por la opinión pública. El Consejo de Estado no está instituido en
la Constitución ni tiene ley de creación y en una futura reforma
constitucional, debería incluírsele en la Carta Magna para que el Estado
funcione como un reloj y no como hoy sucede, donde los poderes públicos al
amparo de su autonomía constitucional, incurren con frecuencia en el abuso del
derecho.
Una tercera critica es que los
presidentes de los tres poderes clásicos, aún no han presentado iniciativas de reforma
constitucional y legal de sus respectivos sectores ante el Congreso Nacional
para modernizarse y recuperar su legitimidad pese a que tienen esa atribución constitucional.
Lo ideal hubiera sido que esos poderes públicos presenten proyectos de auto
reforma para modernizar sus respectivos sectores de cara al bicentenario que cumpliremos
el año 2021. No lo han hecho y no lo harían porque está en juego sus intereses
y privilegios que tienen. Entre ellos intereses políticos, económicos y
sociales que no querrán perder. El presidente Vizcarra está a tiempo de
impulsar grandes reformas de Estado ya que su mandato concluirá el 2021, pero
que estas comisiones para reformar los poderes clásicos, organismos
constitucionales autónomos y gobiernos nacionales, deben ser consensuados en el
Acuerdo Nacional que es un foro de múltiple participación nacional.
Alli están representados los
poderes clásicos, los representantes de los partidos políticos, iglesias,
organizaciones sindicales, organizaciones empresariales, colegios
profesionales, frentes regionales, etc. Es decir, está representado el Perú y
no solo las cúpulas de los poderes clásicos cuando son convocados al Consejo de
Estado. Algunos Estados de América Latina que recordaron y celebraron sus bicentenarios
de independencia en la última década, no solo conformaron comisiones de trabajo
para revisar sus estructuras estatales y modernizarlas al servicio del
ciudadano, sino que también aprobaron reformas constitucionales para adecuar
esas reformas a sus Cartas Magnas. En nuestra patria, a 25 años de vigencia de
la actual Constitucional que se aprobó en el referéndum del año 1993, ni la
partidocracia asentada en el Congreso Nacional, ni las cúpulas del poder
ejecutivo ni judicial no han mostrado ningún interés en auto reformarse y menos
de revisar algunos capítulos de la actual Carta Magna. El Jefe de Estado actual
tiene ese deber de revisar la estructura del Estado Peruano con el apoyo de
comisiones y especialistas de todo el país y no solo del centralismo limeño. Estoy
seguro que tendría amplio apoyo del interior del país y la única oposición sería
de los neoliberales que creen que la Constitucion de 1993 es perfecta. ¿Lo hará
el presidente Vizcarra?
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